Me
pienso, cierro los ojos y afirmo mis pies en el cielo. Comienzo de un proceso,
inicio del ovillo. Abro el cajón lleno de papeles amarillos y olor a sueños.
Abro los brazos, extiendo los dedos y me sumerjo en ríos claros, recojo entre
las palmas agua fresca que me calma, la llevo hasta los frascos de mi memoria,
y riego algunos recuerdos.
Son
semillas, algunas se pudrieron, otras brotaron, me quedo con ellas, despido a
las otras. ¿Qué es lo que genera ese pequeño mundo verde que se asoma al sol, a
la vida?
El
azar. La suerte. El destino. El deseo. El amor. La magia. La voz. El agua. La
luz.
Soy
brotes. Muchos o pocos. A veces no alcanzo a regarlos, otras ni a podarlos. Soy
verde, soy mutación. Soy un proyecto de flor. Soy hojas. Soy follaje vivo en
primavera, un sueño de lluvia, un deseo de sol. Una enamorada de la luna. Soy
suavidad en tus manos y hasta una infusión.
Soy
fuerte y enfrento heladas, pero a veces me marchito con el calor. Tengo sed de
crecimiento, tengo ganas de ver el sol. Necesito de tus gotas mañanitas de
rocío para sentirme fresca y ponerme mi mejor color.
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