domingo

De cuando era posible



Somos testigos del tiempo que se detiene frente a nuestros ojos.
El instante caótico previo a la calma que ensordece. Un silencio de vidrios rotos que alcanza a cortar los ojos.

La tinta chorrea desde los lagrimales y el mundo se desprende debajo de los pies.

Instantáneas desgarradoras de figuras que no pertenecen a ningún sitio. Ideas suspendidas en el universo encerrado del otro lado del espejo. Minutos huecos. Notas arrojadas en la hoguera se consumen y funden en bocas abiertas, salivando por heridas que se abren pero no sangran. Que un bandoneón sea el proyector de las miserias mas humanas. Que vomite las entrañas podridas de un cuerpo anestesiado. Y otra ronda, que las ninfas todavía no se entregan.

Cuerpos que se amontonan, desnudez andrógina. Desde el fondo se dejan escuchar las melodías nostálgicas de lo que no volverá a ser. Arrancarte las vestiduras para ver al fin lo que intentamos ocultar. Aparentar porque no se alcanza lo que se quiere ser. Es recurrente. Casi constante. Desde que se quitan el infinito de los ojos y se cubren con bolsas que asfixian. El deseo de ser otro para ver lo que sus ojos ven. La rutina que aplasta y deja secuelas en la piel y huecos en la garganta. Parece que en el vacío no hay espacios disponibles aunque cueste creerlo. Asi es como se sufre, acordate lo que te digo.

La piel que no es más que un disfraz del montón, el cierre por detrás lo hace evidente. Hay que aprender a abrirlos, porque el único que funciona es el que falta y asi lo verdadero queda expuesto.

A lo lejos veo la redención, con ofrendas para dioses de agua podrida, de pavimento estampado contra las narices de los protegidos por estrellas. Pájaros como ideas que cada tanto salen a picotearnos las cabezas.

La inspiración que viene del más allá y no tiene formas reconocibles, pero si aroma de mujer. Se desdibuja en cicatrices del pasado y asi es como pierde sus facciones.

Búsqueda constante. Respuestas que no se encuentran para saciar la sed de tantos interrogantes. Y si no existen habrá que inventarlas. Pero para qué, si al final la vela se consume, los músicos se cansan, el tiempo se acaba.

Personajes perseguidos por un pasado incendiado, cenizas que aún arden en los huecos de la memoria, mal vivientes del presente.

Piezas perdidas de un rompecabezas que no encastra, la lucha con saliva para el acople justo.

Lenguas filosas entre las piernas, brebajes que prometen noches sin luna. Un volver al origen sin cordones ni alfileres. Y dale que así me gusta, sin mirarnos por las dudas.

Pueden llorar, pero no saben cómo. Huelo el miedo esparcido en el laberinto de sus mentes.

Veo ojos que se vaciaron, idiotizados en las bocanadas de humo toxico exhalado por aquellos que perdieron el norte y también el sur. Pero ellos no lo saben, una palmada en la espalada, y calladitos sin molestar, que acá hay gente que quiere descansar.

Alcanzo a sentir dedos sin huellas ni presagios posarse sobre mis hombros. Balbuceos susurrados al oído pidiendo anestesia. Adoquines en el estómago y ese miedo al vacío espacial que no te deja respirar.Piden una vuelta más, que el blanco es insoportable y hay que rellenar.