jueves

Ruidos


Creía que dentro del agujero negro nocturno un llanto rompería la barrera del silencio y te despertaría del sueño profundo, mezclado con ronquidos y dedos apretados. Que una luz cálida con hojas chirriando palabras con sabor a estudiadas iba a sacudirte los pelos. Penetraba tus párpados con pensamientos mojados llenos de mocos pero era inútil, tus ríos místicos te tenían bien ahogado allá.
Lentamente me dejé atrapar por las redes húmedas de la almohada, repletas de sal. Sé que me dormí llena de verde, de musgo en la boca, de arena en los pies. Molesta. Odiando los escasos centímetros que nos separaban, sintiendo que te alejabas cada vez más. Y cuando cerré los ojos tuve esa sensación que me visita cuando tengo fiebre. En medio de la oscuridad comienzo a ver que el mundo se agranda, que no alcanzo nada con mis manos y que te grito pero no me escuchas porque estás tan lejos. La sábana es imperceptible pero me pesa e impresiona.
Los ojos se agrandan, tratando de ver en la oscuridad. Palpando las paredes, sabiendo que estás de vuelta acá, pero lo ves ahí, inmóvil, sabiendo que él no.