domingo

Siesta Líquida

El frío besa los pies con sus labios secos intentando despertarme, insiste y me tiñe de azul.
El sueño es demasiado profundo para que sea interrumpido, pero se va colando el agua salada y me ahoga entre pelos sucios y espuma cósmica.
Con los ojos cerrados manoteo al otoño y lo invito a la cama, lo abrazo con los dedos congelados. De a poco su forma se vuelve tangible, me incendia el pecho, late como un segundero feroz en la garganta. No puedo gritarte en mis sueños, el mutismo se petrifica en la lengua seca.
No puedo retenerlo, debo soltarlo en el mar, en el cielo invernal. Ver cómo se aleja, sentir el despojo, la falta de aire, el vacío existencial.

Necesito despertar con el sol de febrero en los párpados, con el aroma de las glicinas pintando un cielo claro en el horizonte. 

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