miércoles

Ata qué?


Abro la boca, siento el ardor en la garganta. Tengo sed, tengo agujeros azules adentro. Llorando mercurio vengo a pedir reparo, esta tormenta de viento me lastima los dedos, trepo hasta el cielo, saltando memorias, esquivando escupidas estelares.
Cuando llega el momento de cerrar los ojos creo perderme en la oscuridad, tengo miedo de hacerlo, hay algo que me impulsa a caer para adentro, siempre caigo para adentro. Cierro la boca, estás jugada tonta, te quedaste adentro por boba. Por olvidarte cómo se salta, por no dar vuelta la mesa del comedor y navegar los mares grises de la cabeza, encallando de vez en vez en cascotes pesados sin encastrar.
Ahora sentís un hormigueo que recorre tus brazos y se extiende a las manos, sos conciente de todo tu cuerpo, de cada vértebra, de cada centímetro de piel que se contrae con fuerzas porque el aire escasea, porque el corazón se acelera y todo comienza a ponerse negro otra vez. Tenés que superarlo porque así es tu vida ahora. Un ir y venir constante de episodios patéticos. De estrellarte la cabeza una y mil veces con situaciones del nunca jamás, del nada de eso es probable. Vivís el ahora pensando en el futuro, y así te olvidas vivir hoy. Te ahogas en charcos de agua podrida, en cielos sin lunas, en peceras vacías acribillada por ojos que juzgan y dedos que golpean el vidrio para que hagas algo porque sino es aburrido, sino no nos entretiene. El combustible de hoy es saber que hay un mañana, que estas más cerca, que te alejás de lo otro, pero que triste es, que pena me da que te despiertes con la respiración contenida hasta que te volvés a dormir, que pena me da verte acá sentada, repasando el sufrimiento, creyendo que así lo exorcizas de una vez por todas.

1 comentario:

Ignacio Vanini dijo...

El combustible de hoy es saber que hay un mañana.

Me llevo esa frase a las calles.