Una mano.
Una mano que roza la pared; la acaricia, la detesta. Sangra,
goza. Percibe su textura, el calor, la temperatura. Se lastima, sana, vuelve a
lastimar.
Habla, calla, sonríe, putea, llora.
Quemar los papeles hasta volver al pasado cenizas que no
arden. Esconderlas debajo del sillón.
Cajas viejas, cajas con historia. Apiladas, olorosas y
llenas de humedad.
Veredas con hojas de otoño, una cerca de cemento. Respiración
profunda y sabor a chocolate.
El vino que se acaba, la copa de vidrio que estalla en mesas
vacías, en humo condensado.
Demasiadas preguntas para pocas respuestas, buscar la ropa limpia entre tanta mugre.Gatos en tejados, perros tras las rejas. La rabia y el lamento. Cicatrices y crecer de golpe. Todo eso no basta, todo eso es poco. Luces que se encienden y calman las ansias.
La lluvia como banda sonora, fotografías en blanco y negro. Balas
perdidas en paraguas negros y una mano que te sostiene.