lunes

La culpa es del frìo


Un poco yo también borro mis palabras, porque al final no se entiende nada.
Porque la vía láctea es vasta. Y en el vacío no hay espacios disponibles aunque no lo creas. Aunque te cueste creerlo.
Así es como se sufre. Así es como me desgarro la piel llorando en los estantes de las bibliotecas llenas de libros amarillos con olor a tiempo. Me saco los ojos y los tiro, pero hay tanto para ver. tanto y tan poco.
Hoy no sirvo. Ni para mi. Me inunda el dolor, me sulfura la cabeza.
Por eso mejor que las cosas se digan solas. Sin palabras. Que se borren por hoy.
Un poco todo eso. Y otro poco lo que se sabe. La reiteración. La calesita que gira y gira, a ver si se plasma en las neuronas.
La mano siempre. Más fuerte y más cerca.
Siempre.

1 comentario:

Ignacio Vanini dijo...

Leer a una persona que se traduce a sí misma a través de las palabras. Eso es muy extraño. Es extraño porque uno cree que entiende lo que el otro dice simplemente porque entiende cómo están formadas las oraciones, o porque conoce las palabras, o la gramática, etc.
Pero no. Es aún más extraño porque uno lee las traducciones personales de los otros y no entiende nada. Esa es la realidad. Solo siente: siente esas palabras como granos de arroz que uno traga, atraviesan la traquea, el esófago y continúan todo ese proceso alimenticio propio de los hombres. Y es solo eso: un proceso. Saber que las palabras forman parte de un todo diferente que uno siente propio y sin embargo no ve.
Eso me hizo sentir este escrito. Porque, como he dicho, no creo haber entendido realmente lo que vos sentiste al escribir esto, lo que vos sentiste para escribir esto, y sin embargo lo sentí tan propio como un pelito de mi brazo o la uña de mi pulgar.

Muy bueno. Bravo.